La Venus de las pieles

Queridos espectadores, ha vuelto Polanski. Esta vez con una obra, en apariencia menor, pero con todo el trasfondo que acostumbra a desenmascarar en cada una de sus nuevos proyectos.

El Polanski de El cuchillo en el agua, Repulsión, Cul-de-sac, La semilla del diablo, El pianista, El escritor o Un Dios salvaje, constante acaparador de premios, polémico donde los haya, convierte ahora su habitual causticidad y despampanante ironía en una ingeniosa denuncia contra el sadomasoquismo y el maltrato a la mujer en su papel de víctima sojuzgada.

La película se desarrolla en el marco de una escenografía teatral exquisitamente lograda y con unos intérpretes de excelente factura, a la medida y absoluta simbiosis con el director.

Fantástica Emmanuelle Seigner (esposa de Polanski en la vida real), cínica, atractiva y sensual, en un papel soñado para cualquier actriz, y con una medida réplica a cargo del actor Mathieu Amalric, aquí físicamente inspirado en Polanski.

Los vivos diálogos entre ambos protagonistas entremezclan ficción y realidad, mientras van memorizando la obra teatral, en un proceso que acabará por envolverlos, burla burlando, en una situación maquiavélica con mensaje subliminal expreso.

La música se recrea acertadamente en cada una de las secuencias que se desarrollan entre las tres paredes del escenario teatral. También aquí se nota la mano del director en generosa complicidad con el compositor Alexandre Desplat.

Cierto que para muchos Polanski ha sido un personaje controvertido en su vida personal. Y ello le ha complicado la vida en infinidad de ocasiones. Pero, hoy, con esta cinta, pese a vestir a la protagonista (y desvestirla a ratos) con evidente procacidad, burla burlando, denuncia determinadas acciones de sumisión que pervierten la normal relación entre hombres y mujeres de nuestro planeta.

Además de una interesante película, algo hemos ganado.

Firma: Joaquín Guitart