Lady Bird

Greta Gerwig debuta como directora y guionista de largometraje en solitario. Esta actriz se ha labrado una carrera en roles de joven excéntrica y con problemas para encajar en una vida madura y convencional. También en esos mismos proyectos (Frances Ha, Mistress America) ha participado en su faceta de coguionista.

Ahora, con Lady Bird, construye una especie de alter ego de su juventud (debido a los confesos rasgos biográficos) y una especie de versión teenager de las protagonistas que ha interpretado a lo largo de su filmografía.

Seguramente, gracias a ello, nos encontramos con una ópera prima que esconde bastante saber hacer y experiencia: desde la caracterización de personajes, pasando por la frescura y agilidad de los diálogos, hasta la dirección de actores.

Por otro lado, en esta historia de entrada en los dieciocho, se alternan algunos aspectos que también van en la línea de sus trabajos previos. El hecho de estar hablando de una adolescente acrecienta más el tono ligero con el que baña la mayoría de los temas. Para no caer en un drama, se añade humor, ironía y sarcasmo. A veces esto resulta verosímil, como en las gamberradas que consisten en traspasar límites en una escuela católica o las continuas decepciones de la protagonista al intentar ser aceptada y valorada en diversos ambientes y tipos de personas de su instituto. Pero otras, ese miedo a sonar serio acaba lastimando los aspectos más atrevidos del guion; como los sonados desengaños amorosos y sexuales de Lady Bird o los temperamentales enfrentamientos que determinan la relación con su madre.

Esa comedida liviandad es marca de la casa Gerwig. Y, a pesar de que se nota su talante para dar mayor calado y dimensión a unas cuantas cuestiones existenciales, hay demasiados microconflictos planteados con una homogeneidad que deja sabor a chasco y a ganas de una mirada más compleja.

En definitiva, una propuesta para esos espectadores todavía enamorados de un cine llamado indie, a caballo entre la sonrisa y la lágrima, y de una actriz que ha encontrado en Saoirse Ronan a su otro yo delante de la cámara.

Firma: Lourdes Domingo