Les combattants

Lo más sorprendente de Les Combattants es, precisamente, su capacidad para sorprender. Tratándose de una opera prima sobre el verano de unos adolescentes nada discurre por los caminos que el espectador a priori se espera encontrar.

Arnaud, el protagonista, es un joven absolutamente normal que se enamora perdidamente -con la calma con la que se toma los otros aspectos de su vida- de Madelaine, una joven que, a cada plano, se va mostrando más original y alejada de cualquier tópico (incluido el tópico friki o estrambótico). Y serán sus específicos puntos de vista sobre el futuro y su papel en él los que hagan que Arnaud, a lomos del guión, dé constantes y desconcertantes giros que dejan al espectador estupefacto y muy contento.

Ciertamente, los desvaríos de Madelaine y las revueltas de la trama provocan, en manos de un debutante en la dirección como es Thomas Cailley, que el film vaya perdiendo consistencia hasta terminar de una manera un tanto abrupta aunque igual de simpática que el resto del metraje. Se echa de menos, además, algo de reflexión e interiorización de los personajes, teniendo en cuenta que el tono y la descripción de la pareja protagonista lo permite. Es una pena que la resistencia afectiva de Madeleine se pierda en el previsible encuentro sexual en vez de en los múltiples momentos en los que Arnaud le ha demostrado con creces su amor.

A pesar de todo, Les combattants es una película que se disfruta por su frescura, la sinceridad de sus protagonistas y secundarios, de los actores que los encarnan y la inesperada originalidad de su historia.

Firma: Esther Rodríguez