Les doy un año

Me temo que los realizadores de Les doy un año pretendían hacer una película original. Y me temo que pretendían hacerlo compatibilizando ese objetivo con una acumulación de tópicos de las comedias románticas. El resultado, por lo tanto, es un film que hemos visto mil veces (suegros estirados, reverendo torpe, psicólogos locos, amigos pasados de rosca, amigas alocadas…) al que se le ha colocado un final que no encaja de ninguna manera, ni por la trayectoria de la narración ni por el tono, y entonces, efectivamente, no tiene más remedio que resultar original pero también decepcionante para el público que, en principio, iría a verla al cine.

Me temo también, que como buena película inglesa, han querido dar a la comedia cierto toque de elegancia estilo Hugh Grant… Pero si para ello contratas como director y guionista a Dan Mazer, el rey de la chabacanería, la vulgaridad se adueña de toda la producción y las sugerentes y encantadoras calle de Londres, no pueden competir contra ella. Y otro ejemplo de lo desnortado del proyecto es que el único personaje que encaja en el “perfil Hugh Grant” es el interpretado por Simon Baker que hace, curiosamente, de estadounidense.

Hay que reconocer que el esfuerzo por resultar original, aparte de la pifia del final, da su fruto en una escena bastante divertida y en cierto modo no muy vista (la de la cena con palomas), pero seis minutos escasos no levantan esta decepcionante y desagradable producción.

Firma: Esther Rodríguez