Los caballeros blancos

Con Los caballeros blancos, Joachim Lafosse emprende un viaje arduo y arriesgado al internarse de lleno en el complejo meollo de una ONG cuyos integrantes fueron detenidos en Chad por un exceso de celo y por saltarse múltiples leyes. El caso real de la organización “El arca de Zoé”, que saltó tristemente a la fama en 2007, está convenientemente camuflado por Lafosse bajo el nombre de “Move for children” y bajo personajes e identidades falsas.

No se trata de ocultar la realidad, sería un esfuerzo inútil, sino que el interés de esta película reside en aprovechar el suceso real para observar y, quizá reflexionar, sobre las complejidades del comportamiento humano.

Las buenas intenciones de los cooperantes se dan por hecho. Por eso, es muy interesante comprobar cómo las motivaciones no son siempre iguales, cómo lo bueno y lo malo muchas veces se confunde y cómo la ayuda humanitaria, en ocasiones, oculta una autocomplacencia egoísta. Al menos así sucede en nuestro primer mundo, donde parece que seguimos creyendo en la superioridad moral europea del colonialismo decimonónico: se desprecia la caridad cristiana de pensar en el otro y se sustituye por una solidaridad en la que el centro es cómo se siente y qué quiere el europeo, no qué necesita realmente el africano.

La película de Lafosse refleja estas contradicciones, pero se echa de menos una profundización que analice mejor la situación y sea plataforma de posibles soluciones. En aras de la objetividad y huyendo del maniqueísmo, los hechos se narran con la versatilidad de un documental, dejando al espectador todo el trabajo reflexivo. Aunque para la que suscribe le resulte escasa, es ésta una opción válida y, desde luego, coherente con el lenguaje cinematográfico utilizado.

Firma: Esther Rodríguez