John Krasinski es un actor norteamericano, que se dio a conocer sobre todo por The office y que camina con pies de plomo por el siempre incierto mundillo de Hollywood. Actúa, escribe y dirige ahora su segundo largometraje con una prudencia y mesura que le honran.
Con Los Hollar nos cuenta una historia pequeña; vista cien veces en el cine y miles más en la vida diaria. Pero la cuenta bien, ágilmente y manteniendo un tono equilibrado en todo momento.
El guion juega con una situación tan habitual que el espectador, sabio en cotidianidad, prevé que puede salir por cualquier lado. Y que, precisamente, esa vulgaridad, es la que convierte el film en verosímil, cercano y con un final que hará reír o llorar del mismo modo que pasa en nuestro día a día.
Los personajes conforman lo esencial de la película y de cómo fueran interpretados dependía en gran medida el resultado final. Richard Jenkins a la cabeza con Margo Martindale, y el resto del elenco detrás, son capaces, sin aspavientos, de crear unos tipos humanos con los que poder empatizar; y, por supuesto, con el punto de originalidad requerido para ser atractivos.
A lo largo del reducido (otro punto para Krasinski y Strouse) metraje, van apareciendo algunos temas de calado, no por habituales menos importantes. La enfermedad, la necesidad de la familia, las segundas oportunidades, la fidelidad en el matrimonio, la autoestima profesional o los deberes de la paternidad se vislumbran en el relato sin complejos ni moralinas.
Simpática, emocionante y esperanzadora. La heroica vida del hombre de a pie, continúa y el cine, gracias a Dios, ahí está para recordárnoslo.
Firma: Esther Rodríguez