Los ojos amarillos de los cocodrilos

Los ojos amarillos de los cocodrilos inauguró la trilogía literaria de la periodista francesa Katherine Pancol, que pronto triunfó en las librerías de todo el mundo con las vicisitudes de Josephine Cortés. El secreto está en convertir en heroína a un personaje de gran corazón y tremendamente sensible e inteligente, pero pusilánime a los ojos de todos.

La encargada de su adaptación cinematográfica ha sido la directora Cécile Telerman, que a lo largo de su filmografía ha retratado el universo femenino. Así lo hizó en su debut con ¿Por qué las mujeres siempre queremos más?, que recibió el elogio de la crítica, y en la menos acertada Toda la culpa es de mi madre. En este tercer largometraje, vuelve a incidir en las insatisfacciones femeninas, coqueteando con el tópico, pero con un resultado notable o, como mínimo, que se deja ver con agrado.

En una familia en la que reina el caos y casi todos veneran el dinero, la belleza y el éxito, los dos integrantes más puros y cuerdos serán los encargados de poner patas arriba las apariencias y la falsedad que les intoxica. Telerman hubiera podido acentuar más el tono irónico a la hora retratar alguno de estos personajes un tanto estereotipados, aunque están inmersos en temas de calado como la muerte de un progenitor, la obsesión por triunfar, cómo los hijos quedan relegados en un segundo lugar o dónde reside el valor de las personas.

Como si fuera un cuento clásico, su final muestra que las buenas personas triunfan y los egoístas se hunden en su propio ego. Con tanto lobo de Wall Street suelto, se agradece esta historia de una heroína corriente, a pesar de algunas casualidades de la trama más propias del relato literario que de la realidad.

Firma: Montserrat Bros