Los últimos cinco años

Richard LaGravanese escribe y dirige esta obra que consiste básicamente en trasladar a la pantalla, tal cual, el musical creado por Jason Robert Brown y estrenado en Chicago en el 2001. En él, Brown, que es letrista y compositor, recrea su experiencia personal tras separarse de su mujer. Con los recuerdos de ambos, ella desde el final y él desde el comienzo de la relación, cuentan (cantan) sus primeros y emocionados pasos juntos y los tropiezos que les llevaron al triste desenlace.

Y no hay más. Al carecer totalmente de diálogos y confiar tan sólo en las canciones, éstas se muestran insuficientes para matizar los sentimientos, emociones o desengaños y la película se acaba convirtiendo en una sucesión de video-clips: de corte erótico para transmitir su felicidad, y grises y pausados cuando llega la decepción.

Las canciones, como es habitual en los musicales, se repiten varias veces y si a ello añadimos lo que se parecen entre ellas, el resultado es muy aburrido para el que está sentado ante la pantalla.

El trabajo de los actores/cantantes es correcto, sin embargo el guión no les permite destacar más allá de lo afinado de la voz y del empeño que ponen en sacar el film adelante. Quizá el personaje de Cathy resulte más cercano y facilita que Anna Kendrick se luzca en alguna medida, pero desgraciadamente no mucho.

Al final, lo más destacado de esta película es el trabajo del director de fotografía, Steven Meizler. La iluminación y las texturas con las que trata las diferentes escenas se convierten en lo más puramente cinematográfico y emocionante de esta obra.

Firma: Esther Rodríguez