Manual de un tacaño

La racanería del protagonista tiene un porqué y su deseo de cambiar es sincero. Los personajes secundarios, la hija y la violinista, cumplen sobradamente su papel y sostienen el film por momentos. Especialmente divertida es la escena del concierto en la iglesia y el vecino que se ha quedado solo con cinco hijos.

Sin embargo, a pesar de lo interesante del arranque, el guión y François Gaultier, el rácano, no acaban de funcionar. La cinta no está a la altura de otras comedias francesas como Bienvenidos al Norte o El nombre. Las escenas y los diálogos caen a menudo en el melodrama y otras veces en la repetición.

Dany Boon puede ser un buen actor, pero necesita otro rol que le dé la vez; si no se pierde solo en pantalla y sus guiños y gestos acaban cansando, como ya le pasó en la malodrada-cómico Llévame a la luna. Su personaje de tacaño no acaba de cuajar y al guión le sobra indulgencia con el protagonista.

En definitiva, la idea original de Olivier Dazat es a ratos entretenida, a ratos cursi, mientras navega entre la comedia y el melodrama sin llegar a puerto.

Firma: Llorenç Ramis