Mi amor

Pretendidamente enmarcada dentro de la tradición del cine francés que relata las relaciones amorosas de la burguesía pudiente y desenfadada, Mi amor es un agotador ejercicio de desenfreno, exageraciones e inverosimilitudes que no solo no convence sino que agota y hastía al espectador.

No radica el problema en que el argumento esté muy visto. Ciertamente, la idea de la joven fascinada por el maduro Romeo bon vivant y éste que aprovecha el entreguismo de ella y atisba la posibilidad de asentar su vida con la paternidad no es nuevo en absoluto. Pero, como digo, el problema no radica en la falta de originalidad sino en el desvarío con el que Maïwenn, actriz con cierta experiencia en la dirección, acomete el proyecto. Carece totalmente de profundidad y de un mínimo de concreción en los personajes a los que hace gritar, correr y reaccionar absurdamente ante unos giros de guion inverosímiles (la supuesta ruina de Giorgio, por ejemplo) que parecen estar ahí solo para que los protagonistas corran y griten aún más. Pensando bien, quizá el desenfreno de la película pretenda ser una metáfora del que preside la vida de Tony y Giorgio. Sin embargo, me temo que es demasiada bondad de pensamiento.

Puntualmente aparecen algunos destellos de cordura, sobre todo gracias al personaje de Solal, muy bien interpretado por Louis Garrel, y que se convierte en lo único de la película que parece planteado con seriedad y profesionalidad. No obstante, estos fogonazos de corrección no hacen sino subrayar lo fallido de este deslavazado drama.

Firma: Esther Rodríguez