Mustang

Mustang está triunfando allá donde se estrena y se presenta a concurso, incluso para sorpresa de la artífice. Deniz Gamze, turca pero afincada ya en Francia, escoge algunos recuerdos de su infancia para elaborar una trama que parte de la “joie de vivre” y culmina en un acantilado.

En medio, resulta una paleta de colores muy viva, con una luz desatada, también en el terreno plástico y de dirección de fotografía, que hacen del guión un vívido retrato de las sombras y agujeros negros de una educación que niega su premisa fundamental: la libertad.

El control que Gamze tiene sobre un material tan complejo –y que mueve con elegancia, dolor e incluso algo de humor entre terrenos tan resbaladizos– es sobresaliente. Por un lado, ha logrado unas protagonistas que como jóvenes actrices despliegan la energía e inquietud propias de su edad (preadolescencia y adolescencia). La cineasta quería unos personajes femeninos alejados del estereotipo “bimbo” y más cercanos a la audacia y al ingenio. Lo ha conseguido.

Y por otro lado, en el lamento que supone el film, Deniz Gamze expresa con sincera virulencia cuán terribles son la ausencia de confianza, diálogo e interés por el bienestar de las niñas (y no por la buena imagen de la familia) durante el proceso de acompañarles en su crecimiento. En una entrevista, la directora y guionista subraya que la sexualización de la mirada (hipertrofiada en nuestro occidente por imágenes banales y explícitas) también se produce cuando ve provocación donde no la hay. Se trata de dos modos de pansexualización que conviven, precisamente, en dos modelos de sociedades contemporáneas y que conducen a dramáticas e hipócritas consecuencias, al eludir la esencia: hacen opaca la búsqueda del sentido y la conexión que el eco de los afectos provoca entre lo más íntimo del alma y lo más íntimo del cuerpo.

Mustang no es un trayecto fácil para el espectador. Pero es un trayecto fértil para el educador. Al mismo tiempo es un espacio de sencilla coherencia fílmica, que dibuja las tensiones entre esos dos polos geográficos y culturales que tienen en desconcierto al hombre contemporáneo.

Firma: Lourdes Domingo