Operación cacahuete 2. Misión: salvar el parque

Es imposible terminar el visionado de Operación cacahuete 2 sin la sensación de haber asistido, como protagonista, a un viaje en Fórmula 1 cargado de adrenalina. Desde los primeros compases, el guion se acelera, se pasa de revoluciones y lleva al espectador en volandas a través de las aventuras de unos personajes a los que es muy difícil entender.

La calidad del dibujo es más que correcta y logra una interesante perfección en la expresividad de los ojos de los animales, pero el griterío al que se somete al público y las atropelladas escenas en las que se convierte la trama, hacen muy difícil conectar razonablemente con esta película.

Entre los estridentes gritos de unos (los buenos) y otros (los malos), el personaje de Andie intenta poner un poco de cordura e incluso se atreve a lanzar unos positivos e interesantes mensajes acerca del trabajo, de que lo que de verdad merece la pena cuesta esfuerzo y a veces se hace esperar, etc. Sin embargo, sus buenas intenciones son arrolladas inmediatamente por un anárquico coro de carreras y golpetazos siempre excesivos y agotadores.

Por lo tanto, y resumiendo, en Operación Cacahuete 2 todo es demasiado: demasiados golpes, demasiadas carreras, gritos demasiado altos, reacciones demasiado exageradas y, en definitiva, demasiada velocidad en una historia que podía haber sido un film divertido y educativo a partes iguales.

Firma: Esther Rodríguez