Papá, soy una zombie

Discreta cinta de animación coproducida entre Cataluña y Euskadi y nominada al Goya a la mejor película de animación. Ricardo Ramón y Joan Espinach recogen la fascinación contemporánea por el mundo de los zombis para elaborar esta historia de estética gótica con una factura técnica que, aunque un tanto televisiva, desprende ecos del recurrente estilo visual de Tim Burton.

Dirigido, en principio, al espectador más joven, el film trata siempre de moderar la naturaleza lúgubre de su contexto y sus personajes, aunque le es inevitable caer a ratos en un cierto tono sombrío que, aun siendo bastante inofensivo, no termina de ajustarse correctamente a su público objetivo. No obstante, la estructura base de Papá, soy una zombi es la de una película infantil, con personajes de carácter muy marcado, un humor sencillo (y un poco negro en algún momento), diversas dosis de acción y una protagonista que se reconcilia con el mundo y consigo misma a través de un discurso poco profundo pero de buenas intenciones. El principal problema del film es que detrás de todo ello queda muy poco: cuatro tópicos cogidos con pinzas y una evidente falta de elaboración de un relato carente de ideas originales.

En definitiva, pese a sus propósitos moralizantes (que se agradecen), la película se queda un tanto corta para su exhibición en cines, y no ofrece al espectador lo suficiente como para dejar de plantearse alternativas.

Firma: Juan Xipell