Pelé, el nacimiento de una leyenda

Pelé. A priori, antes de entrar en el cine, uno cree que está a punto de ver un film para maduros, incluso abuelos, ya que se narra una historia de hace medio siglo. Pero no es así. No se trata del típico documentalillo de fútbol para viejetes aficionados que quieren recordar a sus viejas glorias. Se trata de una historia de fraternidad y de esfuerzo muy emotiva.

Realmente, ¡qué poco esfuerzo cuesta hacer una producción para todos los públicos! Y, sin embargo, a veces parece que sea casi imposible. Aquí, en Pelé, el nacimiento de la leyenda eso se logra desde el principio, con sencillez y naturalidad, pues la película permite disfrutar a toda la familia sin necesidad de dividirla en salas de cine para ver títulos diferentes.

Su arranque es muy dinámico, con mucho ritmo, mientras se muestra a los niños jugando felices entre favelas, con un tinte amarillento y ligeramente colorido en la fotografía, que imita el Tecnicolor y da sensación de antigüedad, como si la imagen fuese real. Aunque está basada en hechos reales, el guión se preocupa hasta de detalles pequeños.

Vemos continuamente en muchas películas que la calidad del trabajo del casting varía entre film y film. Naturalmente, esto se debe a la misma calidad del actor, pero también a la del director. Cuando los primeros todavía no son reconocidos (de hecho, a algunos no los conoce ni su madre), pero su interpretación está a la altura de otros actorazos, esto demuestra que los cineastas han cuidado detenidamente la dirección de su interpretación. En Pelé, el nacimiento de la leyenda su labor es tan creíble que el público puede sentir que está allí mismo, en el mismo escenario. Por eso, hay que procurar que ningún otro espectador te pille derramando alguna lágrima.

Firma: Josemaría Rossy