Poder absoluto

Se trata del séptimo “thriller” producido, dirigido e interpretado por el actor y ahora compositor Clint Eastwood, que viene a ser como un compendio de toda su obra cinematográfca. A caballo entre el género western que le lanzó (¿quién no recuerda su lejana trilogía con Sergio Leone?) y el policíaco que le consagró como “estrella” de la pantalla (la serie de Harry Callaghan), este discutido autor demuestra haber llegado a la madurez creativa. Es más, su Absolute Power parece el testamento de un cineasta.

Con un ritmo pausado muy idóneo y algunas secuencias memorables en cuanto a su concepción estético-estilística (desde el arranque hasta el desenlace, pasado por el atentado y las que protagoniza Laura Linney, en su papel de Kate, la hija de Luther), este “thriller” intimista posee una notable interpretación no sólo del hoy decrépito Eastwood (67 años), sino de los asimismo “duros” Gene Hackman y Ed Harris. Y entre el espléndido plantel de secundarios, destaca el viejo E. G. Marshall. Realizada, por tanto, con enorme brillantez formal, Clint Eastwood cuida con meticulosidad cada detalle del relato, combinando la violencia directa (pero más comedida) con la sugerencia elíptica. A la vez, se apoya en un largo clímax que va “in crescendo”, anímica y dramáticamente, en un alarde de sobriedad narrativa.
 
No exento de alguna concesión y toques sentimentales, junto al sentido común y la ironía que le caracterizan como autor, su nuevo antihéroe (individualista y sombrío como de costumbre) aquí pretende ser más humano y abandonar su habitual aire escéptico para luchar por la reivindicación personal y familiar, en las postrimerías de su sufrida existencia. Por eso, en Poder absoluto se enfrenta contra el Estado, e insiste nuevamente en su desconfianza en torno a las instituciones que sustentan la sociedad contemporánea (Un mundo perfecto). De ahí que en su convencional historia se aprecie también una crítica al estamento presidencial “jefa del gabinete y agentes de seguridad incluidos” (la Casa Blanca se ha quejado por la imagen que da del hipotético primer mandatario norteamericano), mientras el policía que encarna su “alter ego” Ed Harris queda al lado del taciturno protagonista y se enamora de su recuperada hija.

Aunque la fama de conservador y hasta de neofascista de Clint Eastwood ha sido “lavada” con esta película denunciatoria, cabe leer entre líneas cierta defensa del “American Way of Life”. La gran aceptación de este filme comercial (en USA y allende las fronteras) confirma de algún modo esta segunda lectura. Pero (sería injusto no reconocerlo) también sitúa al “oscarizado” cineasta (Sin perdón) en su mejor momento como artista “self-made-man”.

Firma: Redacción

Extras DVD:

• Idiomas: Inglés, Castellano
• Subtítulos: Inglés, Castellano