Proyecto Rampage

De vez en cuando, el mundo del cine parece haberse detenido en el tiempo y en el espacio quedándose enganchado en aquellas películas míticas de la época dorada de Hollywood, de serie B o incluso C, que conseguían que un público entregado acudiese a las salas a participar en un espectáculo tan grandioso como increíble (en el buen sentido y en el menos bueno de la palabra).

Este es el caso de Proyecto Rampage, una producción totalmente excesiva donde animales de tamaño descomunal destrozan bosques y ciudades mientras un Dwayne Johnson, igualmente descomunal, salva al mundo con una combinación curiosa y eficaz de puños, buen corazón y sentido del humor. El film no deja ni un momento de respiro y, ayudado por unos efectos especiales de gran calidad, enganchan al espectador desde un primer momento, revistiendo, además, la acción desenfrenada con una mínima intriga científica y una más mínima aún, pero también más explícita, reflexión sobre la ética profesional.

Hay que destacar, asimismo, el acierto en el diseño de George, el gorila albino. Su apariencia convincente y su expresividad (culpable, eso sí, de la afortunadamente única vulgaridad del film) hacen que resulte más simpático que aterrador y se pueda empatizar con él antes que con otros personajes humanos.

También incluimos en el capítulo de aciertos la duración contenida del metraje, ya que la parte final se les va de las manos y, antes de que el público sea incapaz de transigir con más inverosimilitudes, el film termina dejando al espectador agotado, fascinado e incluso satisfecho siempre que haya ido al cine sabiendo el género de la película que iba a ver.

Firma: Esther Rodríguez