Pulp Fiction

Impresionante film del joven guionista y realizador Quentin Tarantino, que es uno de los más firmes candidatos a los Oscars de 1994 (luego no los obtendría), aunque en clara competición con Forrest Gump. Tras su debut como director en el también violento Reservoir Dogs (1992), este cinéfilo y antiguo empleado de un videoclub destacó con sus guiones Amor a quemarropa (1993), de Tony Scott, y el polémico Asesinos natos (1994), de Oliver Stone. Ahora, ha acometido su segundo largometraje como total autor, llevando al culmen un personal estilo creador que ya ha sido reconocido con la “Palma de Oro” del Festival de Cannes ’94.

Bebiendo en las fuentes de los clásicos, pero con un espíritu vanguardista e innovador, a nivel fílmico-estético, Tarantino demuestra que sabe hacer cine de veras. De ahí que saque enorme partido a actores de segunda fila o prácticamente acabados (tal es el caso de John Travolta) y consiga que sus secundarios Samuel L. Jackson y Uma Thurman sean asimismo nominados para los premios de la Academia de Hollywood. Con un narrativa dura y brillante, este nuevo valor del cine norteamericano arrastra al espectador a lo largo de su apasionante relato y le va transportando, casi sin respiro, a un submundo lleno de referencias dignas de un estudio sociológico.

Es obvio que Pulp Fiction es una ficción, como lo eran aquellas novelas policíacas baratas (en papel de baja calidad: “pulp”), que relataban historias sensacionalistas (crímenes horrendos, amores sórdidos, etc.) propias de una época de crisis moral y existencial. Quentin Tarantino se inspira en esos relatos y los sitúa en los tiempos que corren, incidiendo más en la droga y en la degeneración actual. Sin embargo, el realizador pretende ofrecer al público de hoy (a quien prácticamente obliga a descender a los infiernos, junto con los desdichados protagonistas) una parodia de la violencia, bastante aguda y crítica; al mismo tiempo que brinda un ambiguo discurso sobre la maldad humana y su capacidad de redención.
 
Pero dejemos que hable el propio realizador: “Yo entiendo la violencia como un género cinematográfico más, como lo puede ser, por ejemplo, el musical. Mi violencia sale de la ficción de la violencia, como un director de musicales hace con la danza. La verdadera violencia, la auténticamente peligrosa, es la que se encuentra en las calles, llenas de jovencitos matándose por nada. Lo que me interesa de la violencia en el cine son las situaciones que crea, con un sentido y una verdad que resultan muy cinematográficos. Pero de todas formas -concluye Tarantino su discurso-, entiendo que haya personas a las que puedan molestar mis películas, como entiendo que no vayan a verlas de la misma manera que yo tampoco voy a ver musicales”.

Con todo, no siempre resulta convincente esa voluntad de expresión paródica (aunque ya se esté hablando de una “poesía de la violencia para inteligentes”) ni tampoco que caiga en la obcenidad (más verbal que de imagen) en aras a evidenciar la perversión sexual y el desconcierto moral de los propios protagonistas. En este sentido, son muy explíctas las secuencias de la sobredosis por cocaína o la de la violación del gángster por el policía; mientras consigue un clímax de excepción en la secuencia final (que cierra el círculo con la primera) e incluso logra un aire lírico en el relato del reloj por el ex-combatiente de la Guerra de Vietnam.

Francamente, es posible que estemos ante un film que pase a la Historia del Cine por su dureza y genialidad creadora, el cual ya está batiendo récords en la taquilla mundial, sobre todo por parte de cierta gente joven (que conecta más con la actitud “pasota” de Tarantino, a quien no falta sentido del humor) y, sobre todo, de los cinéfilos a los que Pulp Fiction va especialmente dirigido.

Firma: Redacción

Extras DVD:

• Idiomas: Inglés, Castellano, Alemán
• Subtítulos: Inglés, Castellano, Alemán, Islandés, Inglés codificado para sordos