Pura formalidad

Tercer largometraje del valioso cineasta italiano Giuseppe Tornatore, que ganó el Oscar de Hollywood con su entrañable Cinema Paradiso (1988). Este nuevo y sorprendente trabajo resulta bastante alejado del personal estilo que manifestó en aquella insólita ópera prima, pues se enclava más dentro del cine simbolista, acaso hederedado de la mejor tradición polanskiana. Es más, la presencia del realizador-actor Roman Polanski como co-protagonista (quien ofrece un recital interpretativo junto al gran Gérard Depardieu) parece haber influido notoriamente en la concepción fílmica de Tornatore, por las reminiscencias que cabe apreciar de filmes de terror psicológico del cineasta polaco (El quimérico inquilino, de manera especial).

Sin embargo, el autor italiano (guionista y montador asimismo de la película) no acaba de convencer con su barroca y efectista puesta en escena, ya que desconcierta al espectador y no logra comunicarse bien con él, a nivel de significante y de significado. De ahí que Una pura formalità -incomprendido también en el Festival de Cannes’94- no haya acabado de funcionar en la taquilla, con un estreno casi fugaz y muy retrasado en relación a su año de producción, y que tampoco la crítica haya sabido cómo acometerlo (muchos diarios lo han pasado por alto, esquivando su compromiso quizás por no saber del todo qué decir).

Ciertamente, al abandonar la sala se puede reflexionar mejor sobre la posible voluntad de expresión de Giuseppe Tornatore. Su atrevida película parece hablarnos de la crisis de los creadores, o de la desmitificación de los autores famosos, en ese examen de conciencia o enfrentamiento consigo mismo que constituye el original relato, y que sufrirá el consternado escritor en la siniestra comisaría. Pero, el protagonista-víctima ¿mató a alguién, o se suicidó…? Acaso, el autor nos habla primordialmente del paso al Más Allá, y la kafkiana comisaría del pueblo viene a ser como el juicio particular o el mismo purgatorio, después de la muerte de Onoff, mientras que su postrera marcha en el furgón policial puede ser el viaje a la Vida definitiva…

Película, por tanto, abierta a la libre inteleccción, que posee momentos de cierta violencia y dureza dramática, pero cuya ambigüedad y brillante factura manifiestan al menos que detrás de la cámara hay un autor con personalidad, del cual esperamos obras menos complejas y artísticamente mayores.

Firma: Redacció