Qiu Ju, una mujer china

Los chinos emigrados -pues los ciudadanos de la República Popular apenas han visto sus a veces prohibidos films- consideran a Yimou como un disidente, que hace cine mirando sólo al mundo occidental, ya que muestra -me comentaba un universitario chino- “los tópicos del pasado histórico y la cara fea de nuestro país”. Aun así, este cineasta ha demostrado una vez más su categoría como creador, bien secundado por un cuadro de intérpretes muy naturales -encabezado por su “musa” y protagonista de todas sus películas, Gong Li-, al tiempo que ha pulido su estilo, insistiendo en las tonalidades rojas, doradas y blancas que caracterizan a su obra artística. También la banda sonora y la técnica de la cámara oculta destacan en este film testimonial y cuasi-documental.

Aunque hoy Zhang Yimou sea una persona non grata en la China comunista, es obvio que con Qiu Ju retrata las mentalidades y el atraso del país; e incluso hace cierta propaganda del sistema político-revolucionario engendrado por el régimen maoísta. No obstante, su discurso en pro de la justicia resulta algo ambiguo. Yimou parece hablar de la Ley, del Poder -con mayúsculas- y de la necesidad de utilizarlos legal y críticamente para conseguir la igualdad y la paz. De ahí que haya tenido que coproducir su cinta en Hong Kong.

Enamorado, con todo, de su país, el propio realizador -que trabajó como campesino y obrero durante la Revolución Cultural- manifestaría: “El noventa por ciento de los actores de esta película eran auténticos granjeros y más de la mitad del rodaje se hizo ocultando en lo posible la cámara para no intimidar a los improvisados actores que ignoraban nuestra presencia. Me esforzaba por lograr realismo porque sentía que ésta era la manera más convincente para mostrar el verdadero espíritu y la sencillez de la gente del campo en China que, para mí, son el corazón y el alma de la misma”.