Ricki

Ricki es la producción que Meryl Streep estaba esperando para lucirse y demostrar que, además de ser una notable cantante y poder con cualquier papel, su carrera no está ni mucho menos en declive, sino al contrario, está experimentando nuevos registros y superándose constantemente.

Quien dirige este drama familiar es Jonathan Demme, otro polifacético que es responsable de películas como El silencio de los corderos y Philadelphia. El logro de Demme es reflejar en pantalla aquello que no se puede palpar y conmover, con una ternura hacia los personajes, que solo se puede conseguir a lo largo de los años. De hecho, la relación real entre los actores es muy importante, pues la propia hija de Meryl, Mamie Gummer, interpreta a su hija en la ficción, y un amigo de ambas, Kevin Kline, hace de padre. Se nota la complicidad, que son un grupo unido y con mucha experiencia a sus espaldas.

Al mismo tiempo, Ricki es un homenaje al rock and roll que, aunque demasiado empalagoso, hará las delicias de aquellos que vivieron la época. A pesar de esto, la parte musical se queda un poco atrás. Sí que se disfruta del arte de la actriz estadounidense, pero los temas tienen poca fuerza y ritmo y entran con calzador en la trama.

La responsable del guión es Diablo Cody, ganadora del Oscar por Juno, y lamentablemente para la película, ya que nos desvía de la historia, se nota su sello reivindicativo feminista en varias situaciones, mediante la rebelde protagonista.

Ricki es un título entrañable, que plantea algunas preguntas interesantes, sin ir más allá. A mi parecer, eso es lo peor del film, que aborda serios temas familiares pero, en el fondo, no pretende más que entretener.

Firma: Javier de la Llave