San Andrés

Y ahora ¿qué?
A reconstruir…

Así concluye la película de San Andrés y ejerce de síntesis para ésta. Como en muchos otros títulos americanos de género catastrófico -aquí con los terremotos como catalizadores- se abusa de la espectacularidad de los efectos especiales. Solo son una excusa para narrar una historia muy sencilla sobre una familia que hace años se rompió (a causa de la muerte de una de las dos hijas) y que necesita de un movimiento sísmico para aceptar el pasado y, a la par, para que Dwayne Johnson, en su versión demasiadas veces vista, salve a su mujer e hija y, de paso, su matrimonio.

La película no está a la altura de otras pertenecientes a su categoría como Lo imposible o El día de mañana; y la razón es porque no dedica tiempo suficiente a construir sus personajes. La narración parece sacada de una guía de narrativa clásica para dummies: los actos y acciones van ocurriendo, a lo largo del film, estructurados y en su justa medida para no perder la atención del espectador. Pero resulta imposible que éste se identifique con los protagonistas, ya que no se le ha dado tiempo para conocerlos. Por eso, algunos momentos son insostenibles, como el romance entre los jóvenes Blake y Ben, entre los que no hay ni un ápice de química durante los 114 minutos.

Brad Peyton (Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa), siguiendo lo comentado, no pone nada de su parte en esta historia. No hay ningún elemento que escape de una narrativa básica y que evidencie que hay un autor detrás de la cámara. El guión tampoco ayuda, ya que puede ser predecible desde el minuto nueve, los diálogos están poco desarrollados y les falta personalidad.

Tema aparte, la película cumple perfectamente su función de entretener. En eso hay que reconocerle a Peyton que juega bien, al mantenernos en tensión en su mayor parte, con escenas memorables y épicas en las que con efectos especiales detrás, vemos cosas nunca vistas como remontar con una lancha un tsunami o maniobras con un helicóptero espectaculares, así como impresionantes derrumbamientos de los rascacielos de San Francisco. Hay una subtrama bien introducida, con un correcto Paul Giamatti a la cabeza que refuerza el ritmo del film.

San Andrés entra a formar parte de la cartelera de este verano como una opción para ver en familia, enfocada al entretenimiento y espectacularidad, con una historia de fondo, eso sí, en la que el protagonista dedica su vida a socorrer a los demás, todo ello empaquetado con sensacionalismo americano, acción, música y bandera incluida.

Firma: Javier de la Llave