Siempre a mi lado

Caras bonitas, mucho sentimentalismo y recursos facilones. Aunque las intenciones de la película son buenas, el director hace un acercamiento muy superficial al tema de la muerte y sus consecuencias para una familia. Sin mucho acierto en el guión –todo ocurre casi por impulsos y no por convicciones o por decisiones muy meditadas-, al menos consigue que el espectador saque una lectura positiva al presentarle el poder que puede tener el amor o la necesidad de la fe y la confianza para reponerse de un golpe duro.

Resulta un poco contradictorio, en cambio, que se ponga tanto acento en la relación entre los hermanos y, a la vez, se deje de lado la relación de madre a hijo. El papel de la oscarizada Kim Basinger es totalmente prescindible porque no aporta nada a la trama.

La cinta narra el camino hacia la salvación del protagonista, que se encuentra perdido, anclado en el pasado y sin esperanza. Sólo la fuerza del amor puede ayudarle a dar el paso que necesita para salir de la crisis existencial en la que quedó sumido desde la muerte de su hermano pequeño.

Conmoverá al público adolescente que vaya buscando rostros jóvenes y famosos, pero no lo conseguirá con el espectador más exigente.

Firma: Sofía Aróstegui