Sólo es el principio

“Todos los niños son filósofos, pero solo unos pocos continúan siéndolo”. Esta sentencia de Michel Onfray llevó a Cilvy Aupin, guionista y principal responsable de Sólo es el principio, a buscar gente interesada y dispuesta a desarrollar el pensamiento crítico de los más pequeños, y a encontrar un pequeño taller de filosofía para niños en una escuela de educación infantil de Seine-et-Marne. Durante dos años, Aupin obtuvo permiso para colocar dos cámaras en el aula donde se realizaban estas sesiones, en las que la profesora Pascaline Dogliani animaba a sus alumnos a pensar, opinar y hablar sobre grandes cuestiones, siempre a un nivel adecuado a su inexperiencia.

La cinta presenta una herramienta de razonamiento y expresión con un resultado que el espectador contempla y escucha curioso, conmovido, interesado y divertido. Los jóvenes protagonistas participan espontáneamente de la reflexión colectiva propuesta por su maestra con ganas, con la profundidad propia de su edad y con unas sorprendentes ganas de convertirse en pequeños filósofos. Aún así, más que en el hecho de seguir la amable ola de ideas infantiles que ofrece, la verdadera razón de Sólo es el principio reside en presentar y descubrir una herramienta formativa, un método sujeto a posibles cambios o matices pedagógicos, pero en cuya base se revelan cuestiones tan fundamentales y productivas (y, en ocasiones, mal gestionadas) para el inicio del desarrollo humano como la reflexión, el diálogo y el respeto.

Una pequeña pero interesante obra que merece la pena ser tenida en cuenta tanto por profesores y pedagogos como por los propios representantes institucionales del sector educativo, más aún en estos días de inicio del curso escolar.

Firma: Juan Xipell