Sommersby

Original remake de la producción francesa El regreso de Martin Guerre (1981), de Daniel Vigne, film que obtuvo en su día un notable éxito en Estados Unidos. Contaba la historia de un campesino de la Francia del siglo XVI, que regresa de la guerra y reclama sus tierras, siendo acusado de suplantar la auténtica personalidad de Martin Guerre (interpretado por Gérard Depardieu). Ahora, ha sido el joven cineasta británico Jon Amiel quien, con el galán Richard Gere como protagonista -bien secundado por la oscarizada Jodie Foster-, ha trasladado esta historia al siglo XIX norteamericano, pero sin cambiar el fondo de la trama.

La acción es apasionante, con una espléndida evocación de la posguerra civil y estudio de mentalidades de la época. La puesta en escena está muy cuidada, con una notable fotografía en escenarios naturales y una banda musical de primer orden. El film está batiendo récords de taquilla en USA y Europa, con la apoyatura de un gran aparato publicitario. Es obvio que el guión original de Daniel Vigne y Jean-Claude Carrière (tal como se les reconoce en los títulos de crédito), ha sido perfectamente adaptado por los especialistas Nicholas Meyer y Sarah Kernochan de cara a su efecto comercial. Pues la película posee fuerza dramática y sentimental -puede provocar la lágrima de espectador sensible- y lleva a la intriga acerca de la verdadera personalidad del protagonista.

La sorpresa final mantiene en vilo al espectador, quien incluso dudará sobre quién es quién. Amiel es un realizador capaz y asimismo sagaz; de ahí que haya cargado las tintas románticas hasta la saciedad, incidiendo en escenas efusivamente eróticas que cuida sólo en parte con la elipsis. Por eso, el público ha respondido también ante el atractivo de la famosa pareja protagonista, “explosiva” por antagónica. En cambio, el realizador apenas desarrolla la cuestión social -el problema del abolicionismo y la pérdida de las tierras por los negros, que él habría vendido sin validez, si no fuera Sommersby-, a la vez que recurre a la violencia -visual y verbal- en torno al nuevo y antipático pretendiente de su esposa.

Así, cierta ambigüedad y la regeneración de él -que manifiesta haber “enterrado” al maestro- por medio del apasionado romance con ella (quien al final lo admitirá anímicamente) pone en tela de juicio la legitimidad de su acción íntima, a nivel moral y jurídico.

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