Stoker

Park Chan-Wook (Soy un Cyborg, Thirst) es uno de los directores más populares en su país natal, Corea, a pesar de los temas algo extremos de sus films, especialmente morbosos y atravesados por el cine fantástico más salvaje (vampiros incluidos) y cierta disfunción psiquiátrica que aparece aquí y allá en sus personajes.

Por eso, no es de extrañar que, tras leer el libreto de Wentworth Miller, quisiera ser su director de orquesta. Miller, conocido sobre todo por su papel protagonista en la serie Prison Break, y también guionista de la futura versión americana de Harry, un amigo que os quiere, recoge algunos tics argumentales de Hitchcock para adentrarse en un terreno más ambiguo y malsano que el del clásico maestro del suspense.

Están claros los homenajes; como el tío Charlie (eco muy débil de La sombra de una duda), los dibujos recurrentes de formas conectadas con objetos o la naturaleza (fácilmente relacionables con Recuerda) e incluso el policía final (casi anverso del icónico de Psicosis). Sin embargo, Stoker maneja, entre bromas sarcásticas, negras o cargadas de sensualidad, un material realmente oscuro, a pesar del cromatismo básico que domina la escena.

Las tramas juegan hasta el final con la ambigüedad de la naturaleza del conflicto. De este modo, se intenta mantener la intriga y cierta atmósfera de suspensión hasta el final. Sin embargo, a pesar de su corta duración, esos “lazos perversos” (como se ha titulado en Latinoamérica) se alargan en exceso y provocan cierto vacío y falsedad dramática, matizada por la consistente atmósfera que logra mantener Park Chan-Wook.

Seguramente, gran parte del resultado y efectividad (relativa) de la película viene dada, precisamente, por ese ambiente extraño y raro que reside no sólo en el uso del color (los verdes, granatosos y amarillos que singularizan ciertos objetos y espacios) o en la arquitectura y diseño de vestuario semi retro que caracteriza a los Stoker como unos góticos brillantes en la sociedad contemporánea. También late en una realización y montaje que dilata obsesivamente algunos tiempos a través de la repetición “mental” de tomas, en un pronunciado alarde simbólico y de asociación de ideas, que luego tiene su explicación.

Sin desentrañar mucho del guión, sí que es achacable para un argumento de esas características, además del turbio tono entre la risa y la tragedia, un itinerario algo hueco de los perfiles antropológicos y psicológicos de los personajes. Pero es que Park Chan-Wook le sigue la cuerda a Wentworth Miller, y en su insistencia por ser raritos proyecta hasta los títulos de crédito del final al revés (del pie de la pantalla hacia arriba). Un movimiento, por cierto, bastante análogo a lo poca salubridad que se respira en las coordenadas del film.

Firma: Lourdes Domingo

Extras DVD:

• Audio: español, inglés, ruso
• Subtítulos: español, inglés, ruso, estonio, letón, lituano, ucraniano
• Escenas inéditas
• Detrás de las cámaras