The town, ciudad de ladrones

Ben Affleck es un actor de talla corta, a pesar de su popularidad, pero un guionista y director de buen olfato y de miras altas. Coescribió con su amigo Matt Damon El indomable Will Hunting, por el que ganaron un Oscar al mejor guión original. Su segundo guión y primera película como director, Adiós pequeña adiós, fue la adaptación de una novela y resultó un acierto desde muchos puntos de vista. Uno de ellos fue la elección de su hermano Casey, mucho mejor actor que él, como protagonista. Ahora, con The town, asume de nuevo los dos papeles de guionista y director, a partir también de una novela (de Chuck Hogan) con Boston –por tercera vez- como ciudad-telón de fondo.

A caballo entre el drama y el thriller, el guión se salda con un notable gracias a unos personajes que saben despegarse del cliché del que nacen (peculiares sicarios, ladrones determinados por las circunstancias, personas normales en busca de una vida mejor, policías obsesionados con sus presas…) para volar con nombre propio y urdir algunas tramas en las que se palpa humanidad y ansia de redención, al estilo del Clint Eastwood de los últimos años.

Ben Affleck, el debutante Craig y Sheldon Turner (coautor de la genial Up in the air) consiguen que frases simples suenen auténticas en boca de unos actores creíbles en sus papeles, a pesar de ser caras conocidas; hasta los secundarios (y quizá más ellos) son en The town unos verdaderos profesionales.

La dirección de Ben Affleck, más titubeante en su rol como protagonista, es coherente con el relato. La violencia se retrata con cierta objetividad, y quizá se sobrepasa más en lo verbal. Algo de contención se habría agradecido, como en un par de escenas de contenido sexual que abortan el tono sopesado del film.

De nuevo afloran temas como la familia, el amor auténtico o el deseo de una vida moral digna, que ya estaban presentes en sus dos anteriores películas, y que se expresan en un entorno donde impera cierto fatalismo. Sin embargo, se agradece que The town no caiga en un determinismo absoluto, ya que se deja espacio para cierto margen de libertad personal.

Firma: Lourdes Domingo