Últimos días en el desierto

Rodrigo García (Nueve vidas, Passengers, Madres e hijas, Albert Nobbs) se lanza a una arriesgada aventura producida en 2015 y que ahora llega de puntillas a nuestra cartelera.

A pesar de tener a Ewan McGregor como protagonista (interpreta a Jesús y, bajo la misma apariencia, al Diablo) y a un siempre eficaz Ciarán Hinds, el film deambula por la arena y las rocas sin saber muy bien a dónde va. Así se siente el espectador que se encuentra con un Jesucristo al que se le pretende humanizar entrando en incoherencias (no solo bíblicas y teológicas) que restan atractivo al personaje.

De hecho, aunque toda la trama de relación con la familia nómada busca visualizar el inicio de la rebeldía juvenil, el deseo de independencia, la mortalidad, pero también la paternidad como conflicto y refugio, al final resulta insuficiente como drama, inconexa con el retrato de Jesucristo y aburrida como ficción.

Solo se salva del naufragio el trabajo del director de fotografía, Emmanuel Lubezki (El renacido, Birdman, Gravity, El árbol de la vida), pues otorga unidad y cierta belleza a un rodaje mayoritariamente al aire libre.

Sinceramente, no hay mucha novedad, ni hay aportación ni luz (y lo más grave) ni emoción que reclame la mirada sobre la pantalla. Ni lo humano ni lo poco de divino. El problema es narrativo.

Firma: Lourdes Domingo