Una dulce mentira

Salvadori ya trabajó con su guionista Benoît en otra comedia sofisticada como Un engaño de lujo. Juntos han confeccionado un guión que sabe sacar partido a la clásica fórmula de la comedia de enredo y malentendidos. El resultado es libreto ágil en su primera parte parte, divertido en su grueso central, y más convencional en su final.

Sin abordar los asuntos afectivos con gran profundidad ni huir de ciertas ideas preconcebidas, la película es más sincera que la mayoría de las comedias románticas calcadas que nos llegan de Estados Unidos. El dolor de la separación y la inmadurez de usar a los hijos como escudos para esconderse emergen entre risas, algunas ciertamente amargas.

Títulos como éste, como Los seductores o las películas de Dany Boon (Bienvenidos al Norte o Nada que declarar) demuestran que Francia tiene vitalidad para mantener con cierto nivel un género tan difícil como la comedia.

Firma: Lourdes Domingo