Verano de una familia de Tokio

Yoji Yamada realizó con Una familia de Tokio (2013) un remake de la obra maestra de Yasujiro Ozu Cuentos de Tokio (1953). Ahora, vuelve a contar con el mismo equipo detrás y delante de la cámara para retratar a Tomiko y compañía. De hecho, se trata de una tercera entrega pues, tras el film de 2013, estrenó en 2016 Maravillosa familia de Tokio. Y, en Verano de una familia de Tokio, presenta el devenir de situaciones en las que los protagonistas ejercen de nuevo como espejo de esta sociedad.

Pese a llegar desde la otra punta del mundo, en esta producción cualquier familia se puede ver reflejada. Las relaciones entre los hermanos, con los nietos y sobre todo la crisis de identidad sufrida en la tercera edad denotan el tinte humanista que ha teñido cada una de las películas de Yamada.

El humor es atento y sabe esperar a los momentos adecuados para exagerar esos rasgos que quiere resaltar. En ocasiones, puede resultar demasiado infantil, por eso denota una frescura a la que estamos muy poco acostumbrados en occidente.

El director sabe explotar al máximo las cualidades interpretativas del reparto. Los posiciona en pocos escenarios y los deja interactuar para que salga de ellos la realidad de la que hablábamos.

Firma: Carla Sciamma