Vivir sin parar

La película recorre, como en una carrera en plena pista, las diversas etapas para alcanzar una nueva plenitud en la tercera edad. Con parte de la plantilla de la residencia como antagonistas, Averhoff se convierte en un dinamizador de la vida de sus compañeros, al mismo tiempo que su actitud cuestiona la validez de algunos métodos geriátricos o el individualismo de los hijos de nueva generación.

Kilian Riedhof y Marc Blöbaum, guionistas televisivos ahora ante su primer largo, definen muy bien el conflicto y las circunstancias, quizá exageradas en su oscurantismo y en la caracterización algo enfermiza del personal. Al mismo tiempo, la dirección no pretende crear ritmos ágiles ni sobrecargados, a pesar de que no rechaza el dramatismo en diversos momentos.

Lo que Vivir sin parar deja claro es que la dignidad humana es incólume al paso de los años y así debe ser respetada, del mismo modo que cada persona debe ser acompañada y apoyada en sus pequeñas metas e ilusiones, en especial en las últimas etapas de su existencia.

Firma: Lourdes Domingo