Elogio al jazz como forma de expresión social, artística y personal. A través del camino de un joven que persigue su sueño con determinación y pasión, Yuzuru Tachikawa transmite el éxtasis de este género musical.
La cinta realizada por Simon Sandquist es correcta si no se le exige demasiado, un slasher entretenido con margen de mejora y sin nada nuevo que aportar al género.
Terror en su estado más puro y básico. No vale la pena adentrarse en el guion ni en la historia de sus personajes, sino tan solo asistir a una masacre si somos fans del género.
Laetitia Colombani adapta su novela a la gran pantalla en una película humana y esperanzadora. Para ello cuenta con una gran puesta en escena, una emotiva banda sonora y personajes con historias verosímiles.
Una inesperada secuela que, ambientada en el conocido mundo de animación, esconde una oda a la amistad y al camino para cultivarla correctamente. Pese a un par de escenas truculentas, el film es amable y esperanzador.
Una adaptación totalmente innecesaria que se regodea en escenas de violencia gratuita y se llena de unos diálogos vacíos, insulsos y agotadoramente vulgares. Ni el solvente dúo protagónico puede salvar al conjunto.
El resultado de esta incursión de Hideo Nakata en el mundo de las presencias fantasmagóricas es decepcionante a causa de un guion desequilibrado y unas actuaciones planas del reparto.
Aunque las idas y venidas en el tiempo y la mezcla de personajes pueden confundir, esta película sobre el básquet y la adolescencia se guarda sus mejores recursos para culminar con un final explosivo y conmovedor.
El largometraje es un desastre de dimensiones catastróficas donde los numerosos conflictos iniciales ya señalaban el resultado final. Esta película de terror no alcanza siquiera a ser un producto de serie B.
Desde Ucrania llega un encantador cuento de fantasía con una animación impecable y colorida. Sus personajes resaltan el poder del amor y la necesidad de cuidar el entorno en el que vivimos.