Tratar de comprimir una década en una hora fuerza un ritmo acelerado que descuida a los personajes y su contexto. A pesar de ello, estamos ante un film lleno de humor y con unas interesantes conclusiones, que hace pasar un buen rato.
Tratar de comprimir una década en una hora fuerza un ritmo acelerado que descuida a los personajes y su contexto. A pesar de ello, estamos ante un film lleno de humor y con unas interesantes conclusiones, que hace pasar un buen rato.
Earwig y la bruja es una decisión arriesgada de Studio Ghibli que pasa sin pena ni gloria debido a la simplicidad de su trama y se sostiene gracias al carisma de la protagonista, muy parecida a otros personajes de la compañía.
La trayectoria de un grupo de personas a lo largo de cuatro décadas refleja de manera conmovedora la importancia del perdón y la amistad. La cinta cuenta con una gran dirección de actores y varios toques muy italianos.
Iannucci lleva a cabo, junto a Blackwell, una atrevida adaptación de la novela de Dickens. Se mueve como un trapecista en el borde de lo transgresor y, a la vez, respeta la obra original es innovador.
La ejemplificación de la corriente de la Ley de la Atracción se convierte, en manos de Andy Tennant, en una propuesta simple. Como drama romántico convencional no trae nada nuevo, y casi tampoco nada viejo.
Biografía sobre la epopeya del actor-payaso Marcel Marceau que ayudó a decenas de huérfanos judíos a huir de los nazis. Una lástima que ni el guión, ni los actores están a la altura de la grandeza de la historia que relatan.
Los autores de la divertida y aguda El nombre, retornan con un film donde comedia y drama se dividen el protagonismo. Además, el dúo de actores protagonistas logran avalar los valores y ánimos que la amistad ofrece en los momentos clave de la vida.
Marco Bellochio logra una película que se acerca a la cosa nostra desde el prisma de uno de sus capos y “traidores”. Contención y crudeza se dan la mano para relatar una realidad sangrante.
La película del brasileño Karim Aïnouz intenta dar una vuelta de tuerca al género melodramático. Sin embargo, el film sucumbe a los excesos y a la dispersión a pesar de las buenas interpretaciones.
Lulu Wang consigue, a partir de un hecho autobiográfico, conmover al espectador al tiempo que le hace sonreír. Con un estilo implacablemente personal, relata una relación nieta-abuela, occidente-oriente.