El debut de Just Philippot pretende dibujar un retrato sociopsicológico de la situación de desequilibrio que vive la humanidad, pero se queda en otro drama familiar más con toques de terror. Destaca la actuación de Suliane Brahim como protagonista.
El debut de Just Philippot pretende dibujar un retrato sociopsicológico de la situación de desequilibrio que vive la humanidad, pero se queda en otro drama familiar más con toques de terror. Destaca la actuación de Suliane Brahim como protagonista.
La propuesta de Julius Berg se hace un hueco como alternativa satisfactoria, pero algo confusa a las ya clásicas películas sobre irrupciones violentas en el hogar.
Rose Glass debuta con una trama de terror donde mezcla referencias religiosas e inhibiciones varias. Morfydd Clark ajusta muy bien su variada interpretación a los cambios que le pide el guion.
El cineasta vasco escribe y dirige una pieza que mezcla terror, drama, sensibilidad y grosería con desigual resultado. Las actrices principales se esfuerzan con valor en un guion con sonidos pero sin palabras.
Este film es una adaptación poco respetuosa de la conocida novela de Henry James y, también, disonante con su elegancia narrativa. Con una puesta en escena operística y sugerente, el guion resulta poco hábil y sutil.
Hardiman crea una historia escalofriante que adquiere su fuerza de las actuaciones de los protagonistas. Sin embargo, pero el film carece de escenas que lo definan propiamente o solo como una película de terror.
La ambientación en pleno siglo XXI de la novela de mismo título del clásico escritor H.P. Lovecraft demuestra la permeabilidad de su literatura. Lamentablemente, también demuestra que hay intentos de adaptación fallidos.
Nada nuevo bajo el sol en esta producción de terror nacional. Destaca el apartado técnico y el saber hacer del reparto, pero a nivel narrativo no aporta un trasfondo interesante que logre generar miedo.
Una película de serie B que transmite el amor y cariño que procesan los hermanos directores por el cine de terror de los ochenta. Nos ofrecerá hora y media de digno entretenimiento con una bruja que, de verdad, da miedo.
Esta coproducción ofrece una atmósfera inquietante con pocos recursos muy bien aprovechados. Aunque logra bastante efectividad, es algo pobre y reducida en su metáfora social, por otra parte demasiado amplia.