Hijos con raíces y alas

Cada vez de forma más contundente, las evidencias nos muestran la importancia de tener en cuenta los estudios neurocientíficos como instrumento de apoyo en la educación de nuestros hijos. Saber cómo funcionan sus cerebros, qué ocurre en determinadas etapas o en qué edades se producen los momentos más críticos, nos da luz para saber cómo mejorar nuestra labor de padres.

Y lo comprobamos una vez más, el pasado ocho de febrero, cuando acudimos invitados al tercer foro sobre Educación, organizado por la Fundación Aspen (una organización presidida por el ex jefe de la diplomacia europea, Javier Solana) junto con Fundación Bancaria “la Caixa”.

Fue un regalo contar como broche final de la jornada con la ponencia de Agnès Gruart, presidenta de la Sociedad Española de Neurociencia (SENC). Esto nos da pie para ofrecer una pincelada sobre la intervención de Gruart y reflexionar acerca de la importancia de los estudios neurocientíficos en el trabajo que desarrollamos en la Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales.

Agnès Gruart empezó su intervención desmontando dos mitos acerca de las extraordinarias capacidades del sistema nervioso, que van desde aceptar que el cerebro es como un ordenador (este ya lo habíamos escuchado en palabras de nuestro admirado Dr. Manfred Spitzer) hasta pensar que es de una estructura plástica con capacidades prácticamente ilimitadas.

Siguió mostrándonos cómo se almacena la memoria y nos explicó que la información no la percibimos de forma fidedigna. Personalmente, me parece impresionante saber que, al recordar, nosotros mismos podemos modificar la información que poseemos en base a nuestra experiencia y emociones. Así, tanto nos puede engañar nuestro cerebro como engañarlo nosotros a él. Un dato muy interesante que citó y que considero importante para tener en cuenta en la educación es que una información que se presenta de forma repetitiva se almacena sin distorsión (aprender de memoria).

Pantallas, jóvenes y hábitos de nuestros hijos

En la línea de mejorar la formación, subrayó como factores condicionantes del aprendizaje motor: la herencia, la nutrición, la salud, el entorno familiar y el medio ambiente. Fue especialmente interesante cuando expuso los períodos críticos del desarrollo del cerebro. En los primeros años de vida, por ejemplo, resaltó la importancia de educar el control emocional.

Gruart insistió en que la motivación al niño debe ir unida al aprendizaje. Alertó a los padres de que no se emocionaran cuando vieran a sus hijos de meses pasar la pantalla de las tabletas y los teléfonos, ya que lo definió como algo innato. Sin embargo, defendió la escritura, la grafía, como una etapa del aprendizaje que no se debe perder. Tocar una tableta es algo congénito, pero dibujar una “a” es costoso.

Hijos adolescentes

Otra etapa especialmente delicada de la que nos habló comprende entre los 12 y 24 años aproximadamente. Apuntó que durante este periodo se produce el mayor cambio cerebral de toda la formación del ser humano:“hay una reestructuración total”. Se trata de una época complicada en la que los padres deben estar muy alerta y guiar a sus hijos por el camino correcto. Y lo ilustró con la cita de la Dra. Sarah-Jayne Blakemore:

“El cerebro de los adolescentes es parecido a un coche con un pedal para el gas funcionando al máximo (sistema de refuerzo) y un pedal para el freno funcionando débilmente (corteza prefrontal)”.

Y desde la Asociación estamos absolutamente de acuerdo. Somos plenamente conscientes de esta etapa crítica. Este es uno de los motivos por el que hacemos un esfuerzo importante para estar al día en todo tipo de conocimientos que tenga que ver con la etapa adolescente. Entendemos que el desarrollo del cerebro adolescente se caracteriza por la tensión entre un sistema emergente que expresa la exagerada reactividad a los estímulos motivacionales (la zona de recompensa y placer) y un sistema de maduración tardío en las regiones de control cognitivo. Podríamos decir que está hiperactivado el sistema de recompensa en detrimento del sistema de control. Sabemos que los adolescentes buscan sensaciones y que su impulsividad irá decreciendo conforme se aproxime a la madurez. ¡Nos jugamos mucho en este ciclo!

Su cerebro es sensible, vulnerable y frágil

También con una gran oportunidad de desarrollo pero que hay que saber cuidar. Cualquier tipo de impacto potente continuado, como por ejemplo el uso excesivo de pantallas, imágenes violentas, pornografía, sexting, etc. tienen una carga muy fuerte por ser un estímulo muy poderoso en todo el sistema placer y recompensa citado.

En el estudio de determinadas zonas del cerebro de personas adictas, se muestra cómo la conectividad de la corteza prefrontal es mucho menor: menos sustancia gris, menos conexiones, etc. Y esa parte se supone que es la encargada de controlar el sistema de recompensa. Dicen los expertos que el cerebro de una persona adicta guarda similitudes con el de un adolescente. En esta línea, algunas terapias se enfocan en trabajar temas de voluntad. Trabajar la voluntad parece ser un puntal básico en la educación de nuestros hijos. Está en nuestra mano enseñarles el dominio de sus impulsos, deseos y voluntades desde temprana edad.

Hijos en peligro de adicción

Así pues, podemos afirmar que hemos de tener especial cuidado con el peligro de desarrollar cualquier tipo de adicción, porque ya se conoce que una adicción lleva a otra. De hecho, han surgido algunos estudios que parecen ir en este camino. El año pasado, por ejemplo, el Instituto de Adicciones de la Comunidad de Madrid revelaba que, junto al enganche a WhatsApp, Instagram y a otras redes sociales, los jóvenes de la Comunidad también mostraban problemas de adicción al alcohol, al tabaco y, entre las drogas ilegales, al cannabis por encima del resto.

En la Asociación tenemos una sensibilidad especial en todo aquello que pueda perjudicar al menor, en concreto el peligro del adolescente de caer en adicciones. Por ello, nos sentimos muy responsables de guiar a educadores en el uso ecológico de las pantallas. Asistir al Fórum, ha sido un input de calidad para seguir discerniendo en todo lo que está relacionado con la educación integral de los más jóvenes. Un paso más para enriquecernos con herramientas que nos permitan acompañar a los padres a educar hijos con personalidad, raíces y alas.