La obra de Jorge Dorado intenta elaborar un retrato del tráfico de humanos en una película con un guion plano y sin un gran desarrollo de personajes, pero que gana mucho gracias a las escenas de acción.
La obra de Jorge Dorado intenta elaborar un retrato del tráfico de humanos en una película con un guion plano y sin un gran desarrollo de personajes, pero que gana mucho gracias a las escenas de acción.
Esta divertida película, con rasgos de musical, muestra a los más pequeños los valores de una amistad sana en el día a día escolar, a la par que los entretiene con misterios y aventuras al más puro estilo Zipi y Zape.
Este largomentraje invita a la reflexión y deja sin palabras al espectador. Avanza con lentitud y un inquietante silencio que envuelve el descubrimiento de la tercera cueva más grande de Europa.
Esta propuesta retrata la particular comunidad que convivió en el Monte Verità a principios del siglo XX, así como también la condición de la mujer en la época. Sin embargo, el film resulta largo, confuso y amargo.
El film no es un homenaje a Bergman ni pretende imitar su obra. Es cine dentro del cine, con una segunda trama que rompe el ritmo sin aportar nada. Al final deja la sensación de estar perdida en sus reflexiones.
Encerrado en una villa de Berlín junto a representantes del régimen nazi, el espectador asiste a la planificación de uno de los mayores crímenes de la historia. Sin necesidad de adornos, la película consigue aterrorizar.
El film de Juho Kuosmanen puede desalentar al principio, pero rompe los estereotipos de dos personajes excéntricos mientras construye una bonita relación a través de un viaje de transformación personal.
La propuesta denuncia el encierro que vivieron los homosexuales en Alemania durante la posguerra. Es poco efectiva debido a su guion, aunque cuenta con un buen trabajo del elenco protagonista.
Comedia de corte impecable, ingenuo y refrescante que nos hace esperar con ansia todo lo que la directora, Sonia Liza Kenterman, enhebre con su cámara. Excelente también su actor protagonista.
La adaptación del relato de ajedrez de Stefan Zweig funciona perfectamente durante la primera mitad, pero pierde fuerza en su segunda parte. Aún así, mantiene el interés y despierta ilusión por leer la novela.