A un paso del cielo

De la misma productora de la serie Don Matteo, Lux Vide, procede A un paso del cielo. Ambos títulos tienen como protagonista al actor italiano Terence Hill y comparten, además, periodo de grabación: en 2011 se rodó la octava temporada de Don Matteo y la primera de A un paso del cielo.

Con todo, ahí no acaban las similitudes. Centradas en la figura del protagonista, sobre él recae la resolución de casos que están fuera de su jurisdicción. En Don Matteo como cura y, ahora, como policía forestal, Hill se involucra en homicidios y actos criminales para aportar su intuición y conocimientos. Y, como no podía ser de otra forma, la razón está siempre de su parte.

La narración se sitúa en los bellos parajes de los Alpes italianos y aprovecha los grandes espacios naturales para transmitir, sin disimulo, reflexiones ecologistas en pro de la fauna y la vida salvajes. También, el guión se sirve de técnicas en desuso: los primeros planos más emocionales que informativos, las ironías poco perspicaces, el humor de gags de circo o la inocencia de personajes sencillos.

No contribuyen a la modernización del producto las escasas y poco convincentes escenas de acción –peleas, persecuciones, disparos, etc.– que, después de tanto producto audiovisual consumido, el espectador percibe como falsas e incoherentes.

Todo este conjunto de estilo narrativo lleva a pensar que A un paso del cielo se dirige a una audiencia que no necesita estridencias visuales, ni un guión grandilocuente, ni diferentes niveles de lectura del relato o personalidades complejas para disfrutar frente a la pequeña pantalla.

A un paso de cielo ofrece un grato espacio audiovisual, en el que se respira cierta normalidad y en cuyos escenarios se desenvuelven personas bondadosas que lidian con la rutina de la mejor forma que saben hacerlo: con honradez, sin maldad y con un atisbo de trascendencia.

Firma: Mar Pons