Avenida Brasil

Avenida Brasil es el último acontecimiento televisivo vivido, en 2012, en el país que, gracias a los futuros eventos deportivos, está de moda y en aquellos de habla hispana en los que se ha emitido. Creada por João Emanuel Carneiro, guionista de la película Estación central de Brasil (1998), atrajo en su desenlace a más de 80% de la audiencia en su país natal. Sin entrar en lo lastimoso que resulta este dato, se reconocen en la telenovela los elementos básicos para su éxito. 

Por un lado, la fuerte carga dramática que recae en los personajes principales. La protagonista, una mujer que vuelve para vengarse de quien le arrebató la infancia, el futuro, el amor de su padre y, en definitiva, su vida, es el cebo perfecto para la identificación del espectador. La antagonista, tan mala como las peores brujas de Disney, se vuelve objeto de un odio irrefrenable gracias a su extremada vileza. Junto a ellas, revolotea un elenco de personajes que sobreviven en un mundo de apariencias y miserias, incapaces de hacer frente a la vida con honradez y serenidad.

Por otro, la ambientación de la historia entre las clases bajas, que han “ascendido” a la ansiada alta sociedad o que han resurgido de entre las cenizas para conseguir su objetivo, ayuda a llegar a las grandes audiencias como lo lleva haciendo el cuento de Cenicienta desde su aparición. De igual forma, también se utiliza como reclamo la exaltación del cuerpo femenino y la belleza de sus curvas ampliamente paseadas por los escenarios de Avenida Brasil.

La lujuria, el sexo, los amores prohibidos y los ambicionados se asientan como un pilar fundamental en esta trama en la que, aunque se perciben vagamente ciertos valores naturales como la fidelidad o la sinceridad representados en algún personaje, la pasión está casi siempre por encima de la razón. Esto lleva a sobredimensionar los sentimientos, lo que ahoga el sentido común y la capacidad humana para superar los impulsos del corazón.

El guión incorpora un variado muestrario de personajes a los que la vida, de un modo u otro, les ha llevado donde están. Bien perfilados y con talento para el drama, estos actores se ubican en los extremos para convencer de su tragedia o su comedia vital. Así, los matices son pocos y las acciones son consecuencia de la mano del guionista que los coloca en lo inevitable.

La factura visual, el montaje, la fotografía y demás componentes de la producción hacen que Avenida Brasil no parezca una telenovela al uso. Es convincente en los exteriores y creíble en sus interiores. También, se aleja de los decorados de cartón piedra y la suspensión de las escenas dramáticas. Sin duda, el mayor destrozo para su versión española ha sido el doblaje a nuestro idioma.

En resumen, Avenida Brasil es una telenovela que funciona para un público adulto transigente, de la que no se extraen valores positivos y que, además, airea en horario protegido historias de venganza, rencores, manipulaciones, chantajes y mentiras en todas sus variantes y posibilidades.

Firma: Mar Pons