Chester in love

Mejide desocupó el Chester y escapó a Antena 3, pero allí no pudo hacer fortuna y, ahora, vuelve quitándole el sofá a Pepa Bueno. Llega para presentar una nueva versión de sí mismo: Chester in love. Se dice que el título corresponde al estado anímico del presentador (esperemos que no le dé por romper con la novia o tendremos un Chester in hate la próxima temporada) y que esto impregna todo el programa.

Viéndolo, el programa, no queda claro si lo que tiene a Risto tan ocupado es el amor o el sexo. Él sabrá (y no nos interesa). Lo que nosotros percibimos es su clásica tendencia a manipular los temas, a utilizar la televisión como escaparate, espejo y pedestal (todo en uno) y a intentar convencernos de que las opiniones tienen el mismo valor, las diga quien las diga. Bajo esa fachada de sinceridad y firmeza, Mejide no se lanza, no profundiza, no apuesta, no se atreve a ir más allá. Se queda en lo políticamente correcto, se rodea de los personajes de siempre y busca mantenerse a flote en una balsa de vulgaridad e intrascendencia.

No sería justo soslayar su capacidad para que algunos de sus entrevistados admitan lo que no habían planeado decir, para descubrirnos su cara menos popular o para hacer amena una conversación de sofá, pero todo se diluye cuando sale a flote la vacuidad del programa y de la mayoría sus conversaciones. Una lástima.

Firma: Mar Pons