Ciega a citas

Mediaset se tapa los ojos para blindar su sobremesa y revitalizar así el mediodía que había aletargado con reposiciones de series estrella. Para ello ha confiado en Verónica Fernández, coordinadora de guiones en la productora encargada de la serie (Big Bang Media), coautora del libreto de Ismael o El Bola y participante en el desarrollo de El príncipe, Hospital Central o El comisario.

Esta escritora soriana ha recogido los frutos de la serie argentina de mismo título que, a su vez, supo rentabilizar el inagotable cuento del patito feo, reformado esta vez por la desnhibición del aroma Bridget Jones.

Con una factura de limitado alcance (cartón piedra medido para los escenarios y una realización y edición simplistas), la serie busca la longitud del culebrón, el chiste explotador del estereotipo y el pronóstico evidente para la quiniela de resultados en su capítulo final.

Sin esconder para nada esas intenciones, Ciega a citas salpica cada capítulo de sketches de drama liviano, gracias a unos personajes (ya nacidos y heredados del universo construido por las sitcoms) que están siempre nerviosos y espetan sus réplicas a golpe de impulsividad desmedida: el mejor amigo gay, el donjuán inagotable, la gafe sin autoestima, los excónjuges que comparten techo a pesar de nuevas nupcias, los prometidos imberbes, el guarda de seguridad cotilla y una cola de clichés que esperan su turno, sabiendo que la serie va a enganchar al público de sofá tierno, precisamente, por eso, porque se engulle con la facilidad de una patata frita.

Firma: Lourdes Domingo