Cocineros al volante

Cocineros al volante es una revisión de los ya exitosos concursos de talent-shows dedicados a la gastronomía. En este caso, los protagonistas desarrollan su arte culinario en sus pequeñas y móviles cocinas. Quizá este nuevo escenario confiere al programa un desorden en su ritmo y su presentación. Este caos obliga al espectador a adivinar los ingredientes y a buscar la receta en la web, porque nunca quedan bien explicadas.

Por otro lado, se promociona, con este espacio, la profesión de los foodtrackeros o cocineros ambulantes. A pesar de que en nuestro país este tipo de venta queda limitada a los eventos o festivales, en ciudades como Nueva York o Londres se practica y está legalmente regulada desde hace mucho tiempo.

Resulta original comprobar cómo la pasión por la cocina puede desarrollarse en lugares tan limitados y, como es evidente, las recetas se adecuan al espacio y a la continua movilidad de los participantes. Por otro lado, se descubren y se promueven las recetas y los ingredientes más populares de cada región en la que la caravana hace una parada.

En otro orden de cosas, el espacio aprovecha la imagen de sus concursantes para establecer estereotipos y reforzar, a través de la selección de escenas, comentarios y música, el componente reality del programa. No ayuda, tampoco, el tono vociferante de la presentadora que apabulla sin necesidad y nunca viene al caso.

Pruebas, retos, tiempo cronometrado y un jurado (Alejandro Alcántara e Iñigo Pérez ‘Urrechu’) que revisa y penaliza son los ingredientes de este concurso que, en realidad, no trae nada nuevo, pero entretiene. Cocineros al volante ofrece, además, algún que otro truquillo aprovechable y, por supuesto, diversidad de recetas para todos los gustos.

Firma: Mar Pons