Dreamland

¿Qué es Dreamland? Pretende ser una serie musical en la que la realidad y la ficción van al unísono. Pero, en realidad, es un montaje de dudoso gusto en el que se intercalan bailes y diálogos. Con Dreamland, Mediaset ha pretendido innovar en el formato seriado y el experimento le ha salido mal. 

Para este musical se ha querido contar con profesionales de las diferentes disciplinas artísticas musicales: baile, interpretación y composición. Desde la producción se nos cuenta que a estos artistas se les ha ofrecido una trama en la que han podido colaborar activamente con sus experiencias personales e incluso con su espontaneidad en los diálogos, dotando así a los protagonistas de la serie de una naturaleza similar a la de los intérpretes.

Esta arriesgada forma de producir les ha llevado a la previsible falta de talento en los diversos ámbitos de esta ficción. La lógica dicta que el que sepa bailar, que baile; cantar, que cante; componer, que componga; actuar, que actúe; escribir guiones o diálogos, que escriba. Pero en Dreamland nadie hace lo que le toca. 

De esta forma, las tramas son bochornosas: el hermano mayor a cargo de una familia desetructurada y una madre adicta al alcohol, la chica “atrapada” en el mundo del espectáculo y la prostitución, los amores bengala (que deslumbran, se queman y se desvanecen en un sólo capítulo), los sueños americanos traídos a nuestra cultura, la escuela de talentos sin recursos económicos, el consabido y deseado camino a la fama y un largo etcétera.

Por su parte, los personajes, además de estar mal traídos a las historias y pésimamante interpretados, ruborizan por la simpleza de sus personalidades, sus actitudes predecibles y su falta de honestidad al igual que los diálogos y el relato en general.

Quizá, lo único que se salva en Dreamland son las coreografías y la música. Pero el montaje no ayuda a su lucimiento y, al final, resultan repetitivas y más normales que espectaculares.

En fin, una apuesta que supone un retroceso en la ficción española. En esta oferta, a pesar de los intentos, se encuentran razones más que suficientes para no verla.

Firma: Mar Pons