El barco (T3)

Ha zarpado la tercera entrega de este barco que, tras  el ataque de enormes criaturas, peligrosas tormentas, temibles ciclones, invasiones de pájaros, ataques de bacterias, gases venenosos o algas trepadoras y un sinfín de arriesgadas peripecias, sigue navegando impoluto y rumbo a ninguna parte, aunque sobrevuela la promesa de que, en esta temporada, topen con unas cuantas hectáreas de tierra firme.

La serie sigue con el registro que tan buenos resultados le ha dado hasta ahora. Los guionistas, en cada capítulo, echan toda la carne al asador para conseguir la dosis de intriga, acción y emoción que necesitan para hacer creer a los jóvenes espectadores que, realmente, están frente un gran drama épico poblado de heroicos supervivientes. Sin embargo, nada más lejos de esta mera ilusión transitoria generada, además de por lo antes mencionado, por la inclusión de una música invasiva que anula la capacidad de pensar. Consecuencia de esta desmesura, en cada capítulo las tramas se desmadran y los personajes se tambalean en un oleaje de cambiantes emociones por las que un día darían la vida pero, tras una semana, apenas recuerdan.

A todo esto se suma la sucesión de secuencias plagadas de gazapos técnicos y marineros, lapsus temporales y deslices narrativos que impiden que alguien pueda tomarse en serio esta ficción. De esta forma, si el espectador asume el riesgo de verla (aún a costa de atrofiar su gusto audiovisual y su  capacidad de entretenimiento), asistirá, en esta tercera temporada, a una exposición del pasado de los protagonistas que se muestra a través de flashbacks (patética imitación de Lost) tan inquietantemente inverosímiles que hacen dudar de las verdaderas intenciones de los guionistas al crear esta dramática historia. ¿Se ríen de nosotros en nuestra cara? o ¿realmente no lo saben hacer mejor?

Quizá la respuesta más decorosa es afirmar que no es una incapacidad creativa, sino un burdo trabajo de guión confeccionado para atraer a las grandes audiencias “no pensantes” y para reportar buenos ingresos a la cadena. En cualquier caso, El barco ha llegado a su tercera travesía y esperemos que, por fin, los náufragos arriben a tierra, desvelen los misterios del Proyecto Alejandría y nos dejen descansar en paz la noche de los jueves.

Firma: Mar Pons