Érase una vez (T2)

Con la única finalidad de volver a casa, los protagonistas emprenden esta segunda temporada que incorpora nuevos personajes, nuevos cuentos y nuevos mundos paralelos.

La segunda entrega sigue sorprendiendo por la habilidad de unos guionistas que dirigen las tramas con acierto -jugando con el imaginario colectivo de las narraciones clásicas-, hacia diferentes mundos y realidades paralelas. Por ejemplo, desde detrás del espejo se llega al mundo de las Maravillas o, a través de un velero, al país de Nunca Jamás y una tormenta eléctrica desemboca en la torre del Dr. Frankenstein.

En esta ocasión, y evitando que la serie se aposente en una fórmula narrativa repetitiva, los mundos y las líneas temporales se multiplican, complicando, quizá un poco en exceso, la trama central. A diferencia de la primera temporada, en la que cada capítulo se presentaba a un personaje, ahora, el pasado de cada protagonista será su presente y su futuro.

La llegada de nuevas incorporaciones sirven, además de para enriquecer y alimentar la historia, para sugerir el por qué de algunos comportamientos y reacciones de los protagonistas. En Érase una vez, la maldad y la bondad tienen ahora un semblante más borroso y el sufrimiento o el dolor empañan los buenos sentimientos, al igual que la venganza o la ambición ciega a las almas débiles.

El guión, prudente, a la vez que abre nuevas historias, cierra otras de forma que, el espectador puede ir dejando atrás algunas tramas para hacer frente a las novedades propuestas. Son casi infinitas las posibilidades de esta ficción y sus creadores saben mesurarse y asombrar con giros y resoluciones atípicas o inesperadas.

Por ahora, se sigue manteniendo un tono blanco y familiar que, salvando algunos matices, ofrecen un divertimento familiar muy apropiado para la época estival. Aunque sigue siendo incomprensible su tardío horario de emisión.

Firma: Mar Pons