Fargo

Fargo contiene mucho de la mejor Tragedia Griega o de los dramas de Shakespeare. En la serie escrita por Noah Hawley los personajes son víctimas de sus pasiones y esclavos de un destino muy ligado a sus virtudes: la mentira siempre se castiga aunque pueda parecer la única y razonable salida; la cobardía y el miedo llevan a la violencia; y, la virtud y el amor conducen a la verdad.

La serie producida por FX Productions es un monumento a la televisión y así lo atestiguan los numerosos premios conseguidos. Financiada por los hermanos Cohen y con idéntica ambientación que la película dirigida por ellos en 1996 cambia de personajes y de trama. La primera temporada de Fargo narra unos hechos supuestamente acaecidos en Bidjimidi (Minessota) en 2006, donde la accidental llegada de un asesino convertirá la tranquila población en escenario de violentos episodios.

El guión de Fargo es magistral. No deja ningún cabo sin atar, todo está bien ligado. Hay un cuidado extremo en cada detalle que se pone en juego, con constantes flashbacks que componen una perfecta telaraña.

Los personajes están construidos de modo admirable: la transformación de Lester Nyggard (Martin Freeman) de hombre sumiso a cómplice de un asesino es antológica; de la misma manera que resulta adorable el personaje Molly Solverson (Allison Tolman); la ayudante de Sheriff, que deberá superar las reticencias de todos para esclarecer los extraños hechos que tienen lugar en el pueblo.

Si se le puede poner algún «pero» a Fargo, es la excesiva crudeza con que se filma algunas situaciones violentas o pasionales; pero, en cualquier caso, son esporádicas y no emborronan esta obra de arte.

Firma: Llorenç Ramis