Isabel

Jordi Frades es un realizador con bastante recorrido en la ficción televisiva. De moda, Crims, La República o La señora forman parte del cartel de recreaciones históricas (siempre en Diagonal TV), con el que ha salido airoso al menos para el público.

Después de Los Tudor, Los Borgia y otras producciones marcadas por la “sexed-up history” (sexualización de la historia) como estrategia de marketing y supuesta popularización, el mercado español quiere seguir aportando su grano de arena. Hispania e Imperium eran las Roma o Spartacus versión península. Toledo luchó por ser una traslación televisiva, políticamente correcta, de la Edad Media ibérica. Y ahora, Isabel hace de enlace renacentista con el siglo de Oro de toques Ken Follet, que tan patéticamente recrea Águila roja.

No obstante, esta aventura de Frades y compañía muestra una voluntad más expresa de compromiso con la historia que casi todas las anteriormente citadas. El esfuerzo del guión por centrar la trama en lo cronológico y datado, así como la caracterización de unos cuantos personajes, no se puede negar. Sin embargo, es triste tener que usar el clásico refrán de “la cabra tira al monte”, ya que hay productores que piensan que no hay público sin desnudos, ni desnudos sin intrigas sexuales, no siempre confirmadas por la historia, ni siempre bien traídas según las exigencias de un riguroso trabajo de guión.

Este aspecto resta intensidad al esfuerzo hecho en la escenografía y vestuario. En este sentido, la dirección artística se une, en positivo, a una acertada política de estilo en la dirección: la planificación, más austera que la de la serie de Enrique VIII, no intenta deslumbrar con agitados y preciosistas movimientos de cámara. Se centra en la escena, permite a los actores ser protagonistas de la acción, no resta protagonismo a los diálogos (acertados en el registro antiguo, pero no poco redundantes en ocasiones) e incluso saca brillo a la cuidada estética espacial.

Simplemente, la irregular potencia del guión (que de momento no alcanza a expresar la magnitud y profundidad del momento histórico, siglo XV, en el que se fragua el estado moderno) y un inmoderado atavío de melodías para cada situación, junto a lo anterior, dejan al público con un ambivalente sabor de boca.

En conjunto, la serie intenta trazar un dibujo del Renacimiento español y europeo (gobiernos, religión, familia, dinastías y nuevos conceptos en geopolítica) a partir del reinado de Isabel. Sin duda, el retrato de esta mujer -llevado con fragilidad pero también cierta complejidad por Michelle Jenner- es clave para mantener la garra y veracidad en esta arriesgada apuesta. El resto de actores, en un reparto acertadamente coral, se dividen entre una mayoría de rostros y voces sólidas y unos pocos bastante vulnerables a un mínimos análisis de credibilidad.

Firma: Lourdes Domingo