Jersey shore

Jersey shore es el ejemplo perfecto de lo que no debe verse en la televisión. Los participantes representan las personificaciones de los peores prejuicios sociales sobre los jóvenes. Si con la ficción no era suficiente, este reality muestra y/o insinúa sin pudor situaciones reales afrontadas únicamente desde dos vertientes: la violencia o el sexo.

La frivolidad es la gran protagonista, ya que el comportamiento de los concursantes se rige por las apetencias, sin excepción. Combinación insensata cuando la masculinidad se mide por la talla de los bíceps –mucho más elevada que la del cerebro-, y la feminidad por la cantidad de citas. Dadas las características, el espectador no puede ni siquiera intuir cuál es el objetivo del programa, igualmente, la escusa de que con este espacio se contribuye al estudio sociológico no convence.

Esperemos que el formato no sea adaptado para las televisiones españolas, con Gran Hermano tenemos bastante.

Firma: Andrea Rodríguez