Modern family

Steven Levitan y Christopher Lloyd son los creadores y showrunners o primeros y últimos responsables de esta serie que ha conseguido afianzarse dentro del canal ABC de Estados Unidos, algo harto difícil para una comedia televisiva.

Bajo las premisas de un falso documental, la serie se presenta como una deconstrucción del modelo de familia norteamericano. Tanto Lloyd como Levitan habían trabajado juntos en otras comedias clásicas e históricas como Aquellos maravillosos años o Frasier, en las que puede verse cierta evolución de algunos paradigmas sociales, que desembocan en la acidez y sarcasmo del psiquiatra de Seattle.

En el caso de Modern family, ambos creadores parten del concepto de comedia aristotélico (el retrato de los peores), dado que el mismo concepto de la serie y sus personajes dibuja un conjunto de adultos (y sus hijos adolescentes) intentando sobrevivir en un mar de ridículos y risibles desastres y desaciertos en sus relaciones profesionales, matrimoniales y como padres. 

Sin embargo, la serie de Fox (productora) esconde muchas carencias dramáticas en el paraguas del gag previsible pero práctico (slapstick, contradicciones entre lo que se dice a cámara y lo que realmente sucede, refuerzo de estereotipos culturales…), de manera que el efecto cómico se produce en el espectador relajado, mientras no se innova en nuevos territorios temáticos o narrativos.

De hecho, el género mockumentary o falso documental de tintes burlescos no lo ha inventado esta sitcom. Desde la versión radiada de La guerra de los mundos por Orson Welles en 1938, pasando por el hilarante y a la vez inteligentemente satírico Zelig de Woody Allen, han sido unas cuantas las propuestas que han jugado con las fronteras al revestir de realidad-documental la ficción. 

Más cercano en el tiempo al título de Steven Levitan y Christopher Lloyd tenemos otra apuesta en la que puede decirse que se inspira con poca sutileza. Ricky Gervais y Stephen Merchant crearon en 2001 The Office, cuya franquicia USA arrancó en 2005 y finalizó en 2013 con un Steve Carell como estrella constelada del show. La vida de una minúscula oficina de papel consigue poner en marcha conflictos de muy diversa índole que, aunque a veces pierden algo de norte, logran algo más cercano al espíritu del filósofo de Estagira: aúna un variado sentido del humor y un severo reflejo de dramas, frustraciones y triunfos humanos con un inusual patetismo.

En Modern family pesa demasiado su insistente voluntad de ser un nuevo paradigma con el que medir la familia “moderna”. No obstante, en cada capítulo se guionizan los habituales errores educativos vistos mil veces en las sitcoms desde los años 80, sin ninguna coherencia estilística o pedagógica (lo que unas veces es un acierto formativo otra supone una equivocación). Pero también se alardea de una modernidad de cliché que tiene un doble filo en el mundo de los latinos, gays y otras minorías, pues se intenta contentar tanto a los que pretenden un modelo más conservador de su representación televisiva como a los que apuestan por ser algo más iconoclastas y destructivos. De ahí la confusa y permeable personalidad de un producto de manufactura demasiado estudiada en su estuche y poco brillante en su conjunto que, en realidad, consolidad el consumista american way of life.

Como en otras comedias, Modern family cuenta con cameos de actores más cinematográficos como Chazz Palminteri, Benjamin Bratt, Edward Norton, Matt Dillon, James Marsden, Greg Kinnear o Elizabeth Banks.

Firma: Lourdes Domingo