Pequeños gigantes

Jesús Vázquez, el showman de Telecinco, conduce este concurso-espectáculo en el que los niños son los protagonistas. Entre las virtudes del programa destaca la variedad artística de sus participantes. La incorporación del baile le otorga vistosidad. Y la categoría de “Talento” cede un espacio para la improvisación infantil aportando naturalidad y sorpresas a Pequeños gigantes. Además, de esta forma, también se consigue mitigar la saturación de niños cantores.

Resulta también positivo que, por ahora, los niños sean niños y no se les haga disfrazarse y actuar como adultos prematuros. Aunque siempre hay excepciones, como la de la desubicada Ariadna y sus bailes de barra de bar (aunque su familia parece orgullosa de ello), o algunos comentarios del jurado, a veces incapaz de controlarse en un espacio dirigido a toda la familia.

Por lo demás, Pequeños gigantes se ve con facilidad y seguro que consigue “engatusarnos” con alguno de sus jóvenes participantes. Molestan, eso sí, tantos espacios muertos entre actuaciones, que solo sirven para alargar el metraje y fomentar ocasiones para que los adultos tropiecen con su afán de enturbiar la inocencia infantil.

Al final, lo que nos puede disuadir de ver el espacio es el nulo interés por el formato o la inquietante certeza de que Telecinco explotará a esos niños para ganar todo lo que pueda a su costa. A estos precoces talentos se les presenta un incierto futuro.

Firma: Mar Pons