Sherlock

El personaje más famoso de las novelas de Sir Arthur Conan Doyle es, de nuevo, objeto de adaptación televisiva. En esta ocasión, el ambicioso proyecto se ampara bajo el prestigioso paraguas de la BBC y es que la cadena, en cuanto a ficción se refiere, goza de un gran catálogo de impecables adaptaciones de novelas clásicas como Orgullo y prejuicio, Sentido y sensibilidad, Guerra y paz o Yo, Claudio.

Sherlock trae a la pequeña pantalla una ficción de lujo para los amantes del género policíaco y de las novelas de Doyle. Esta nueva propuesta se adapta a las exigencias del nuevo siglo e incorpora las tecnologías más novedosas y los sistemas de comunicación actuales. Así, los protagonistas ya no se desplazan a caballo entre las oscuras callejuelas de Londres y tienen la oportunidad de resolver los misterios gracias al teléfono móvil y al GPS. Sin embargo, este moderno look se combina con los clásicos matices que siempre definieron al incomparable investigador: su pasión por la música, sus capacidad de observación y deducción y su impecable vestimenta, entre otras.

El inglés Benedict Cumberbatch encarna a un Holmes extravagante e imprevisible. Los rasgos físicos del actor, tez clara, ojos azules y expresión infantil, le confieren una personalidad única que los guionistas saben aprovechar para dar profundidad y misterio al personaje. Por su parte, el Dr. Watson (Martin Freeman) –en una versión revisada y actualizada– es el personaje y actor que ejerce de contrapunto tanto física como psicológicamente. El dúo protagonista cumple con su función y encaja como un engranaje perfecto que crece con la trama, a la vez que la hace evolucionar.

Además de la ambientación en el siglo XXI, esta adaptación cuenta con varias originalidades en su técnica narrativa. Los rótulos sobreimpresos en la pantalla que dan información muda al espectador, los efectos de luz y sonido y la nuevas propuestas visuales (al estilo CSI) otorgan a la serie una personalidad que la hace diferente y original. A todo esto hay que sumarle una narración pausada pero no arrítmica y siempre sorpresiva, inteligente y coherente, cualidades difíciles de reunir en un solo producto.

La primera temporada consta de tres capítulos de 90 minutos de duración, lo que no deja de ser un curioso formato. Sobre este punto se debe destacar un aspecto positivo y otro negativo. El positivo es que en 90 minutos se puede desarrollar una trama mínimamente interesante, sin atropellos ni resoluciones caprichosas. El negativo es que tres capítulos saben a poco y el espectador siempre se queda con ganas de más. En la segunda temporada vuelve a repetirse este esquema.

Firma: Mar Pons