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La serie coincide con su hermana mayor en la mezcla de temáticas. Por un lado, nos muestran casos clínicos rarísimos al estilo House –por ejemplo una niña enferma con la cara azul- y por otro sus ajetreos amorosos y sexuales en la línea de Sexo en Nueva York, pero sin ser tan explícito.

Todos ellos son los mejores y los más competentes en su trabajo, siempre dispuesto a ayudar y comprometerse por sus pacientes, pero con una vida personal lejana al equilibrio.

Peter es un ginecólogo viudo enamorado de Addison, pero  al que ella se resiste y “odia” por ser un mujeriego que no tiene en cuenta los sentimientos de las mujeres. Naomi quiere volver con su marido, con quien dirige la clínica, pero esto no entra dentro los planes de Sam. Violet es una fría e implacable psiquiatra, pero que todavía no ha superado su divorcio y  el hecho de que su ex la dejara por una chica más joven. Cooper es el pediatra de la clínica y amigo y confidente de Violet, aunque está realmente enamorado de ella.

Con estos planteamientos ya vemos cuáles son las directrices de la serie: amores no correspondidos, pasiones a flor de piel, matrimonios fracasados mezclado con estrambóticos casos clínicos… Aunque de momento no parece tan inverosímil y, en consecuencia, tan cansina como Anatomía de Grey, la serie no presenta novedad ni originalidad destacable.